
Tan solo un año después de resolver el caso de la Muerte en el Nilo, el detective Poirot vuelve a verse envuelto, muy a su pesar, en nuevos y misteriosos crímenes que deberá resolver. Hasta aquí puede parecer que esta tercera entrega de la saga del famosos detective sigue con su esquema habitual pero, con Misterio en Venecia, su director y protagonista, Kenneth Branagh, nos demuestra que todavía nos puede sorprender.
El gran acierto de Branagh con esta nueva entrega ha sido el de darle un nuevo y sombrío enfoque en la manera de plantearnos sus intrigantes misterios. En esta ocasión, la lista de sospechosos de asesinato se amplía hasta el más allá, alcanzando a los que ya no están vivos pero, según a quien preguntes, puede que sigan estando muy presentes. Así, el escéptico Poirot deberá esforzarse no solo por recabar todas las pistas y los motivos de los vivos, sino que deberá plantearse la posibilidad de que otro tipo de seres puedan estar detrás de los asesinatos.

Una antigua y lúgubre casa de Venecia a la que no le faltan varias historias de fantasmas, la noche de Halloween y una sesión de espiritismo, se convierten en el escenario perfecto para este nuevo caso, y lo cierto es que Branagh sabe dar con la combinación perfecta de intriga con algunos toques de terror. Sin ser una película de miedo, sin llegar a provocarte ese sobresalto que te levanta de la butaca, sí que consigue mantenerte bien atent@ en todo momento.
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